Huesos de la extremidad inferior

¿Qué huesos componen la extremidad inferior?

• los huesos de la cintura pelviana en la cadera
• el fémur, en el muslo
• la rótula en la rodilla
• la tibia y el peroné en la pierna
• el tarso, metatarso y falanges en el pie.

Huesos de la cintura pelviana

La cintura pelviana o pelvis ósea, está compuesta por los 2 huesos ilíacos o coxales, el sacro y el coxis.

El hueso iliaco o coxal, es un hueso ancho de forma irregular que consta de tres partes: ilion (en la parte superior), isquion (en la parte inferior) y pubis (por delante). Al final de la pubertad, las 3 partes del hueso ilíaco se han fusionado entre sí.

El borde superior de cada ilion se llama cresta ilíaca, es subcutánea y palpable y constituye uno de los huesos en que puede realizarse una punción medular con el fin de obtener una muestra de médula ósea para analizar el tejido hematopoyético (en donde se forman las células de la sangre). Los puntos más altos de las crestas ilíacas están a nivel de la apófisis espinosa de la 4ª vértebra lumbar (por lo que sirven de orientación para realizar una punción lumbar para extraer y analizar una muestra de líquido cefalorraquídeo).

Pelvis mayor y pelvis menor

Cuando una persona está de pie, su pelvis ocupa una posición oblicua. Las espinas ilíacas ántero-superiores y el borde superior de la sínfisis del pubis están en el mismo plano vertical.
La pelvis se divide en dos partes, pelvis mayor y pelvis menor, por un plano imaginario que está limitado por las líneas íleo-pectíneas y el promontorio del sacro. La pelvis mayor está situada por encima de la línea íliopectínea y constituye la parte inferior de la cavidad abdominal. La pelvis menor está situada por debajo de la línea íliopectínea y constituye el canal óseo del parto en la mujer.
En el hombre la apertura pélvica tiene forma de corazón y el ángulo subpubiano es
< 90º. En la mujer la apertura pélvica tiene forma ovalada y el ángulo subpubiano es > 90º.

Hueso del muslo, femur

Fémur: Es un hueso largo típico en el que distinguimos el extremo superior (epífisis superior), la zona cilíndrica intermedia (diáfisis) que está inclinada, y el extremo inferior (epífisis inferior).

El extremo superior contiene tres eminencias óseas: la cabeza del fémur, que se articula con el hueso ilíaco, el trocánter mayor y el trocánter menor. Entre la cabeza y los trocánteres está el cuello del fémur que es estrecho y alargado y forma un ángulo de 125º con la diáfisis y es donde se produce la mayor parte de las fracturas del fémur.

El extremo inferior presenta dos eminencias óseas, el cóndilo medial y el cóndilo lateral. En la parte anterior de esta epífisis hay una cara articular cóncava para la rótula.

Huesos de la pierna

Rótula: Es el más grande de los huesos sesamoideos, que son huesos pequeños que están incluidos en tendones para poder incrementar la función de palanca de los músculos. La rótula está incluida en el tendón rotuliano del músculo cuadriceps y tiene forma triangular, con el vértice dirigido hacia abajo. Su cara anterior es subcutánea y palpable y su cara posterior tiene dos caras articulares para articularse con la concavidad anterior del extremo inferior del fémur.

Tibia: Es el hueso interno de la pierna y es un hueso largo típico en el que distinguimos el extremo superior (epífisis superior), la zona cilíndrica intermedia (diáfisis), y el extremo inferior (epífisis inferior).

El extremo superior es voluminoso y presenta dos eminencias óseas, las tuberosidades medial y lateral. Este extremo es aplanado por su parte superior, formando la meseta tibial en donde hay dos cavidades para articularse con los cóndilos femorales.

El extremo inferior se prolonga hacia abajo en su parte interna y forma el maléolo interno o prominencia interna del tobillo.

(Son subcutáneos y palpables: las tuberosidades tibiales, el borde anterior y la cara interna de la diáfisis y el maléolo interno).

Peroné: Es el hueso externo de la pierna y es un hueso largo típico en el que distinguimos el extremo superior (epífisis superior), la zona cilíndrica intermedia (diáfisis), y el extremo inferior (epífisis inferior). Prácticamente no soporta peso y en él se insertan varios músculos.

El extremo superior es la cabeza del peroné y presenta una cara articular para la tuberosidad tibial lateral.

El extremo inferior es aplanado y forma el maléolo externo, o prominencia externa del tobillo.

(Son subcutáneos y palpables la cabeza y el maléolo externo). (El nervio ciático poplíteo externo puede sufrir una compresión en su trayecto por el cuello del peroné).

Huesos del pie

El pie es una plataforma arqueada que soporta el peso corporal y actúa como una palanca lo suficientemente rígida como para propulsar el cuerpo hacia adelante, siendo, además, lo bastante elástico como para amortiguar los golpes bruscos. Los huesos del pie constituyen:
• el tarso y el metatarso (en la plataforma del pie)
• las falanges (en los dedos del pie)

Tarso: los huesos del tarso comprenden el astrágalo, el calcáneo, el escafoides, el
cuboides y las 3 cuñas.

Metatarsianos y falanges: son huesos largos similares a los correspondientes de la mano. Las diferencias son:

• se numeran a partir del borde interno del pie
• los metatarsianos son más largos y finos que los metacarpianos
• las falanges son más cortas en el pie que en la mano

Articulaciones de la pelvis

Los huesos ilíacos se articulan por delante entre sí, en la sínfisis del pubis que es una articulación cartilaginosa. El sacro se articula con ambos huesos ilíacos por las articulaciones sacro-ilíacas (articulaciones sinoviales) y con el coxis por la articulación sacro-coxígea (articulación cartilaginosa conteniendo un disco fibrocartilaginoso entre ambos huesos). Estas articulaciones están reforzadas por varios ligamentos como los ligamentos sacroilíacos anterior, posterior e interóseo, los ligamentos sacrociáticos mayor y menor, el ligamento íliolumbar. A través de este fuerte cinturón pélvico, el peso del tronco se transmite a las extremidades inferiores cuando se está de pie y a los isquiones cuando se está sentado.

Los movimientos de estas articulaciones son mínimos.

En una articulación sinovial las superficies articulares de los huesos, que están en contacto entre sí, están recubiertas de cartílago hialino, rodeadas por una cápsula fibrosa y diversos ligamentos, y lubrificadas por líquido sinovial producido por la membrana sinovial que tapiza la cara interna de la cápsula.

ARTICULACIONES

ARTICULACIÓN DE LA CADERA

Es la articulación coxo-femoral que es una articulación sinovial, de tipo esférica entre la cabeza del fémur y el hueso ilíaco. Está reforzada por varios ligamentos como el ligamento íliofemoral, el ligamento pubofemoral y el ligamento isquiofemoral.

En una articulación sinovial las superficies articulares de los huesos, que están en contacto entre sí, están recubiertas de cartílago hialino, rodeadas por una cápsula fibrosa y diversos ligamentos, y lubrificadas por líquido sinovial producido por la membrana sinovial que tapiza la cara interna de la cápsula.

Los movimientos que se pueden realizar con esta articulación son muy amplios porque es una articulación esférica:

• Flexión (o anteversión): el fémur es llevado hacia adelante; y extensión (o retroversión): el fémur es llevado hacia atrás
• Aducción o abducción: el fémur es acercado o alejado del cuerpo, Respectivamente
• Rotación medial: el fémur es rotado hacia adentro; y rotación lateral: el fémur es rotado hacia afuera
• Circunducción (combinación de aducción-abducción y flexión-extensión)

ARTICULACIÓN DE LA RODILLA

Es una articulación sinovial entre el extremo inferior del fémur, la rótula y el extremo superior de la tibia.

En una articulación sinovial las superficies articulares de los huesos, que están en contacto entre sí, están recubiertas de cartílago hialino, rodeadas por una cápsula fibrosa y diversos ligamentos, y lubrificadas por líquido sinovial producido por la membrana sinovial que tapiza la cara interna de la cápsula.

La zona articular del fémur está constituida por tres superficies continuas: la concavidad media anterior para la rótula y los dos cóndilos para la tibia. En esta articulación existen dos meniscos que son dos piezas de fibrocartílago en forma de semiluna, por lo que también reciben el nombre de cartílagos semilunares. Cada uno se encuentra sobre una tuberosidad tibial. El menisco externo tiene forma circular y es más pequeño y cerrado que el interno que tiene forma de C con lo que éste último se lesiona con mucha más frecuencia.

Los ligamentos cruzados de la rodilla son dos fuertes bandas de tejido conjuntivo denso regular que se encuentran dentro de la cápsula articular pero fuera de la cavidad sinovial de la articulación y, como indica su nombre, están cruzadas entre sí en forma de X y unen el fémur y la tibia. Se localizan entre los cóndilos medial y lateral. El ligamento cruzado anterior se inserta en la cara anterior de la tibia y termina en la cara interna del cóndilo lateral del fémur y es el más débil de los dos. El posterior se inserta en la cara posterior de la tibia y termina en la cara externa del cóndilo medial del fémur.
Por su parte exterior, la cápsula articular de la articulación de la rodilla está reforzada por varios ligamentos como el ligamento rotuliano, los ligamentos laterales interno y externo y el ligamento poplíteo oblicuo.

Los movimientos de esta articulación son:

• Flexión y extensión es decir, disminución o aumento, respectivamente, del ángulo entre las dos partes de la articulación.
• Una ligera rotación externa e interna cuando la rodilla está flexionada en ángulo recto

Alrededor de la articulación de la rodilla se encuentran numerosas bolsas sinoviales, las más importantes de las cuales son:

• Bolsa suprarrotuliana, por debajo del músculo cuádriceps, se comunica con la cavidad articular
• Bolsa prerrotuliana, por delante de la rótula
• Bolsa infrarrotuliana, por debajo del ligamento rotuliano
• Bolsa gemelar, por debajo del músculo gemelo interno, se comunica con la cavidad articular
• Bolsa semimembranosa, entre los músculos semimembranoso y gemelo interno.

Una bolsa sinovial es un saco tapizado por una membrana sinovial que se encuentra en los lugares de fricción de los tendones con los huesos, los ligamentos u otros tendones y

también en las zonas donde la piel se desplaza sobre prominencias óseas y que tiene la función de facilitar el deslizamiento.

ARTICULACIONES DE LOS HUESOS DE LA PIERNA

Articulación tibio-peronea superior entre la tuberosidad lateral (externa) de la tibia y la cabeza del peroné. Es una articulación sinovial y su cavidad sinovial puede continuarse con la de la articulación de la rodilla.

En una articulación sinovial las superficies articulares de los huesos, que están en contacto entre sí, están recubiertas de cartílago hialino, rodeadas por una cápsula fibrosa y diversos ligamentos, y lubrificadas por líquido sinovial producido por la membrana sinovial que tapiza la cara interna de la cápsula.

Articulación tibio-peronea intermedia se produce a través de la membrana interósea que es una membrana fibrosa que une entre sí ambos huesos. Tiene poco movimiento, al contrario de lo que pasa con la membrana interósea entre el cúbito y el radio, que permite la pronación y la supinación del antebrazo.

Articulación tibio-peronea inferior es una articulación fibrosa entre el extremo inferior del peroné y el extremo inferior de la tibia, formando una unión muy fuerte entre ambos huesos, de modo que gran parte de la fuerza de la articulación del tobillo depende de esta articulación.

El movimiento de todas estas articulaciones es mínimo.

ARTICULACIÓN DEL TOBILLO

Es la articulación tibio-tarsiana o tibio-peroneo-astragalina que es una articulación sinovial entre la cara inferior del extremo inferior de la tibia, las caras articulares de los maléolos interno y externo, y el astrágalo.

Está reforzada por varios ligamentos como los ligamentos medial y lateral y los
ligamentos anterior y posterior.

En una articulación sinovial las superficies articulares de los huesos, que están en contacto entre sí, están recubiertas de cartílago hialino, rodeadas por una cápsula fibrosa y diversos ligamentos, y lubrificadas por líquido sinovial producido por la membrana sinovial que tapiza la cara interna de la cápsula.

La articulación está separada del tendón de Aquiles por un acumulo posterior de tejido adiposo.

Los movimientos de esta articulación son:
• flexión (flexión dorsal del pie), es decir, disminución del ángulo entre las dos partes de la articulación.
• extensión (flexión plantar del pie), es decir, aumento del ángulo entre las dos partes de la articulación.

ARTICULACIONES DEL PIE

En el pie se encuentran muchas articulaciones que relacionan entre sí, a los huesos del tarso, metatarso y falanges y permiten los movimientos de:

• inversión o aducción o supinación: el pie es aducido (aproximado al plano medio), se eleva su borde interno y desciende su borde externo.
• eversión o abducción o pronación, el pie es abducido (alejado del plano medio), se eleva su borde externo y desciende su borde interno.

Estos movimientos tienen lugar de un modo natural al caminar sobre una superficie rugosa cuando se trata de ajustar el pie a las irregularidades del terreno.

ARCOS DEL PIE

La naturaleza arqueada del pie es típica de los seres humanos y ya existe desde el nacimiento. Los arcos del pie permiten la distribución del peso corporal sobre un área más amplia y evitan la compresión de los vasos y nervios de la planta del pie. Se distinguen 3 arcos:

• Arco longitudinal medial (interno), entre la parte interna del calcáneo y los extremos inferiores de los 3 primeros metatarsianos. Está mantenido por ligamentos y por diversos músculos
• Arco longitudinal lateral (externo), es más bajo que el medial y se produce entre la parte externa del calcáneo y los extremos inferiores de los 2 últimos metatarsianos y está mantenido principalmente por ligamentos, aunque también ayudan algunos músculos

• Arco transverso, entre las 3 cuñas y el cuboides, por un lado y los extremos superiores de los metatarsianos, por el otro lado. Está mantenido por ligamentos y por diversos músculos

Los arcos se aplanan al ponerse de pie pero recuperan su curvadura cuando desaparece la carga sobre el pie. El mantenimiento de los arcos del pie depende de la forma de los huesos que los constituyen, de la fortaleza de los ligamentos plantares y de la aponeurosis plantar y de la acción de los músculos que se insertan en los huesos del tarso por medio del efecto fijador de sus tendones. Todos estos factores actúan de forma complementaria.