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¿Qué es la inmunidad del cuerpo humano?
El cuerpo humano tiene la capacidad de resistir a casi todos los tipos de microorganismos o toxinas que tienden a dañar sus tejidos y órganos. Reconoce los materiales extraños que penetran en su interior e intenta eliminarlos antes de que provoquen daño. Esta capacidad de defensa se llama inmunidad. Para defenderse frente a las infecciones, los animales disponen de dos estrategias básicas: utilizan barreras pasivas para impedir que los agentes patógenos penetren en su organismo, y atacan activamente a los patógenos que han conseguido entrar y alojarse en sus tejidos. Para eliminar a un microorganismo invasor, el huésped debe ser capaz de distinguirlo de sus propias células, con el fin de no perjudicar a sus propios tejidos, después debe neutralizarlo o destruirlo y, por último, debe eliminar los restos de modo que no le perjudiquen.
Las barreras pasivas son la piel y las mucosas. La primera barrera que encuentran los microorganismos es la piel. La epidermis estratificada y queratinizada forma una barrera física eficaz frente a la entrada de microorganismos. Además, las secreciones de las glándulas sudoríparas y sebáceas inhiben el crecimiento de bacterias en la superficie cutánea. Cuando la piel se rompe por una abrasión o una quemadura, la infección puede convertirse en un problema importante.
Las mucosas o membranas que tapizan una cavidad corporal que se abre directamente al exterior y, por tanto, recubren interiormente los sistemas digestivo, respiratorio, urinario y reproductor, son menos resistentes que la piel pero constituyen también una barrera eficaz frente a la invasión de microorganismos. La mucosa del tubo digestivo superior está protegida por lisozima (enzima bactericida) y por anticuerpos del tipo inmunoglobulinas A (IgA) secretados por las glándulas salivares, las secreciones ácidas de la mucosa del estómago destruyen numerosas bacterias, la mucosa del intestino posee glándulas que secretan una capa de moco que, además de lubrificar el paso de los alimentos, protege el epitelio frente a las infecciones. Además, la luz intestinal contiene una población de bacterias que no resulta patógena para el hombre y confiere al organismo una línea adicional de defensa, ya que la flora bacteriana normal compite con los patógenos por los nutrientes y, al mismo tiempo, secreta factores inhibidores para destruir a los invasores. A nivel respiratorio, la barrera se debe a la presencia de pelos en la nariz y cilios en la mucosa respiratoria así como de macrófagos alveolares y a la existencia de una gruesa capa de moco que atrapa numerosas bacterias y virus, impidiendo que se adhieran a las células subyacentes y luego es eliminado por expectoración. A nivel de la vagina es protectora su secreción natural, a nivel del tracto urinario se produce regularmente un líquido estéril con capacidad limpiadora y a nivel de los ojos, su superficie externa está bañada por un líquido procedente de las glándulas lagrimales que elimina los materiales extraños y contiene lisozima. Otras secreciones naturales como el semen y la leche también contienen anticuerpos y sustancias bactericidas.
Si los agentes patógenos han conseguido entrar en el organismo a pesar de las barreras pasivas, el ataque activo a los mismos es realizado por los procesos inmunitarios del organismo, que son llevados a cabo por el sistema inmune que es una red compleja de órganos, células y proteínas circulantes.
- Los principales órganos del sistema inmune son la médula ósea, el timo, el bazo, los ganglios linfáticos y los tejidos linfoides asociados con las mucosas que revisten el tubo digestivo y las vías respiratorias (tejido linfoide asociado a mucosas o MALT). A todos estos órganos se les conoce colectivamente como órganos linfoides. Podemos definir, pues, al tejido linfoide como un tejido disperso por el organismo en forma de órganos, acúmulos o infiltrados y que está especializado en la producción, la maduración y el almacenamiento de las células que actúan en la inmunidad.
- Las células del sistema inmune incluyen los leucocitos, los mastocitos y los macrófagos
- Las proteínas del sistema inmune son los anticuerpos, las citoquinas, el grupo de proteínas que constituyen el sistema del complemento, los interferones y las proteínas de fase aguda.
Ahora bien, antes de que el organismo pueda atacar a los invasores, necesita conocer la diferencia entre sus propias células y las de los invasores. Se sabe que las células de los mamíferos poseen marcadores de superficie y su sistema inmune puede reconocer estos marcadores y, por tanto, distinguir las células propias de las de los invasores. Las proteínas que identifican a las células propias del organismo constituyen el complejo principal de histocompatibilidad (Major Histocompatibility Complex = MHC, siglas en inglés) (llamado también, aunque no es correcto, sistema HLA). Hay 3 grupos de proteínas del MHC. Las proteínas del grupo MHC-I son proteínas de membrana integrales, que se encuentran en todas las células con núcleo del organismo y en las plaquetas (pero no en los hematíes). Las proteínas del grupo MHC-II se encuentran en los linfocitos B, los macrófagos y los monocitos, y las proteínas del grupo MHC-III incluyen el sistema del complemento que interviene en la defensa del organismo.
Por su parte, cada microorganismo o toxina invasores contiene unas moléculas o parte de moléculas, que son las que generan la respuesta inmune porque son reconocidas como extrañas al organismo y son los llamados antígenos. Casi siempre son moléculas situadas en la membrana de los invasores o de células infectadas o de células neoplásicas o de células de un transplante no compatible.
Tipos de inmunidad
Hay dos tipos de inmunidad:
- Inmunidad innata o inespecífica: debida al sistema inmune natural que se ocupa de procesos generales de defensa que no son específicos para un determinado invasor.
- Inmunidad adquirida o especifica: debida al sistema inmune adaptativo que forma anticuerpos y linfocitos activados que atacan y destruyen los organismos o toxinas dañinos, de un modo específico. Teniendo en cuenta el diferente modo de actuar de los linfocitos T y B en el proceso inmunitario específico, podemos decir que hay dos tipos de inmunidad adquirida o específica:
- Inmunidad humoral o inmunidad debida a los anticuerpos circulantes. Se llama así, porque son estas proteínas las que llevan a cabo el proceso inmune específico.
- Inmunidad celular o inmunidad debida a los linfocitos T. Se llama así, porque son estas células las que llevan a cabo el proceso inmune específico.
Inmunidad innata o inespecífica. Sistema inmune natural
Es una inmunidad inespecífica desarrollada ya desde el nacimiento. Se debe al sistema inmune natural que consiste en 4 tipos de células y 3 clases de proteínas.
Las células del sistema inmune natural son las células inmunes inespecíficas. Son: fagocitos (neutrófilos y macrófagos), linfocitos natural killers (NK), mastocitos y eosinófilos.
Las 3 clases de proteínas del sistema inmune natural son: el sistema del complemento, los interferones y las proteínas de fase aguda.
Inmunidad innata o inespecífica. Células inmunes inespecíficas
Las células inmunes inespecíficas son los fagocitos, los linfocitos natural killers, los eosinófilos y los mastocitos.
Los fagocitos son los granulocitos neutrófilos y los macrófagos. La fagocitosis solamente se desencadena cuando los receptores de la superficie celular del fagocito se unen a la bacteria o partícula que va a ser fagocitada. Tanto neutrófilos como macrófagos poseen un amplio repertorio de receptores de superficie. Por ejemplo, la partícula o bacteria, puede estar cubierta por moléculas de un anticuerpo (a lo que se llama opsonización del agente extraño, proceso por el que es reconocido), con la porción Fc hacia afuera. Los receptores del fagocito reconocen y se unen a estas porciones Fc situadas en la superficie externa de la partícula o bacteria invasora. A continuación, el fagocito emite pseudópodos alrededor de la partícula. La expansión de los pseudópodos está guiada por el contacto entre la partícula y la superficie del fagocito.
Los pseudópodos se cierran alrededor de la partícula y forman un fagosoma o vesícula conteniendo la partícula. Los fagosomas se unen con los lisosomas formando los fagolisosomas que digieren el material fagocitado y transportan los materiales útiles al citoplasma del fagocito. El material que no puede digerirse permanece en el fagocito constituyendo un cuerpo residual o es expulsado fuera. En el caso de los macrófagos, una parte de las proteínas de la partícula extraña, no resulta fagocitada sino que se combina con glucoproteínas de la membrana del macrófago y queda insertada en la misma, es lo que se llama presentación de un antígeno por parte del macrófago (que es, por tanto, una célula presentadora de antígenos = APC, siglas en inglés). De este modo la proteína extraña queda expuesta a la exploración por parte de los linfocitos T colaboradores que entonces pueden indicar al sistema inmune que aumente la producción de anticuerpos específicos contra esa partícula o bacteria.
Los granulocitos neutrófilos contienen gránulos cargados de sustancias nocivas para los invasores. Los neutrófilos son capaces de pasar desde la sangre a los espacios intercelulares por diapedesis y fagocitar bacterias o partículas extrañas. Los neutrófilos continúan ingiriendo microorganismos hasta que las sustancias tóxicas liberadas por éstos los matan. Lo que suele suceder después que un neutrófilo ha fagocitado un número determinado de bacterias. Enseguida los macrófagos fagocitan a los neutrófilos muertos.
Los macrófagos se liberan a la sangre como monocitos. Los monocitos se forman en la médula ósea a partir de las unidades formadoras de granulocitos-monocitos. Circulan por la sangre unos dos días y después emigran a los tejidos en donde maduran y se convierten en macrófagos que, cuando son activados, son fagocitos mucho más poderosos que los neutrófilos.
Fagocitan mayor cantidad de partículas y de mayor tamaño y, además, son células presentadoras de antígenos a los linfocitos T colaboradores. Los macrófagos también pueden morir en el proceso de fagocitosis pero no suele suceder porque el macrófago es capaz de expulsar los productos residuales de la destrucción del agente fagocitado y por tanto puede continuar ejerciendo su función por semanas, meses o años.
Los linfocitos natural killers (NK) no tienen las características ni de los linfocitos T ni de los linfocitos B. A diferencia de éstos, no tienen el marcador CD3 en su superficie. Reconocen células infectadas por virus o células neoplásicas probablemente por marcadores modificados de la superficie de estas células enfermas. Los virus carecen de capacidad para reproducirse por sí mismos, de modo que utilizan la maquinaria genética de las células del organismo para hacer copias de sí mismos. Por esto es importante que las células infectadas por un virus, sean destruidas antes de que el virus tenga tiempo de reproducirse, matar a la célula huésped e infectar a las células vecinas. Cuando un linfocito NK ha reconocido un objetivo (una célula afectada), entonces se activa y se pega a la célula enferma. Vacía en el interior de la célula enferma el contenido de sus gránulos con lo que la célula enferma muere, impidiendo la replicación del virus.
Los granulocitos eosinófilos son fagocitos, es decir, que son capaces de ingerir partículas extrañas sólidas, y parecen desempeñar un papel importante frente a infecciones por helmintos. Como estos microorganismos son demasiado grandes para ser fagocitados por una sola célula, los eosinófilos secretan unas proteínas que atacan la membrana externa de los parásitos y los inactivan o los destruyen. La infección por parásitos determina una sobreproducción mantenida de eosinófilos.
También pueden funcionar para localizar y anular el efecto destructivo de las reacciones alérgicas, causado por la liberación de sustancias contenidas en los gránulos de los mastocitos (como la histamina), mediante la producción de un factor que inhibe la desgranulación de los mastocitos. Los eosinófilos son atraídos hasta los lugares de inflamación por unas sustancias químicas liberadas por los mastocitos. De modo que la exposición de individuos alérgicos a su alérgeno, provoca un aumento transitorio del número de eosinófilos (eosinofilia).
Los mastocitos proceden de los granulocitos basófilos, una vez emigran desde la sangre a los tejidos. Tanto los basófilos como los mastocitos tienen receptores de membrana específicos para la inmunoglobulina E (IgE) que es producida por células plasmáticas como respuesta a alérgenos. El contacto con un alérgeno resulta en una rápida secreción de los gránulos de estas células, con lo que se libera histamina y otros mediadores vasoactivos y se produce una reacción de hipersensibilidad que puede la causante de rinitis, algunas formas de asma, urticaria y anafilaxia. Secretan también sustancias que atraen a los eosinófilos a los lugares de inflamación
Inmunidad innata o inespecífica. Proteínas inmunes inespecíficas
Las proteinas inmunes inespecíficas son el sistema del complemento, los interferones y las proteínas de fase aguda.
El sistema del complemento es el nombre que se da a un grupo de unas 20 proteinas plasmáticas, normalmente inactivas, relacionadas con el control de las infecciones, en especial las causadas por bacterias y hongos. Estas proteínas pueden pasar habitualmente de los capilares a los tejidos y son enzimas que pueden ser activados de un modo secuencial o por la superficie de la bacteria o por un complejo antígeno-anticuerpo. El principal componente del sistema del complemento es el complemento C3 que puede ser activado por la vía clásica o por la vía alternativa. La vía clásica comienza al reaccionar el antígeno (Ag) de la membrana del microorganismo con su anticuerpo (Ac) específico, de modo que la membrana del microorganismo queda recubierta por los anticuerpos. La vía alternativa no necesita la reacción Ag-Ac. Sucede porque grandes moléculas de las membranas de algunos microorganismos activan por sí mismas el sistema del complemento, produciéndose los mismos efectos que en la vía clásica, sin necesidad de utilizar anticuerpos. Como no requiere la interacción Ag-Ac es una de las primeras líneas de defensa contra los invasores. Una vez activado el complemento C3, se generan dos fracciones del complemento C3. Una fracción se llama C3b y se une a la superficie de las bacterias facilitando su lisis (o muerte de la bacteria) o su reconocimiento (opsonización) y fagocitosis por los fagocitos. La otra fracción, más pequeña, se llama C3a e interviene en la respuesta inflamatoria del organismo. Un grupo de proteínas del complemento forma el MAC (complejo de ataque de membrana) por el que perforan la célula invasora y la matan.
Los interferones son unas proteínas de muchos tipos diferentes, que son producidas por las células al ser infectadas por un virus, y secretadas después al líquido intersticial. Los interferones, entonces, se unen a receptores de la superficie de las células vecinas que responden reduciendo su tasa de traducción del RNA mensajero. La célula infectada queda, así, rodeada por una capa de células que no pueden replicar el virus, de modo que se forma una barrera que impide la diseminación de la infección. A continuación, los linfocitos NK buscan y destruyen las células infectadas.
Las proteínas de fase aguda son un grupo de proteinas plasmáticas sintetizadas por el hígado y cuya concentración aumenta durante una infección. Incluyen, entre otras, la proteina C reactiva y la proteina de unión a la manosa. Ambas se unen a la superficie de los microorganismos invasores, constituyendo el proceso llamado opsonización por el que señalan a los invasores para que puedan ser reconocidos por los fagocitos. Hay que recordar que, también, la fracción C3b del complemento y los anticuerpos opsonizan microorganismos extraños. Los fagocitos, entonces, son capaces de reconocer los microorganismos opsonizados y fagocitarlos. La opsonización es un medio de facilitar el reconocimiento de los invasores por los fagocitos.
Inmunidad adquirida o específica. Sistema inmune adaptativo
La inmunidad adquirida o específica es una inmunidad que se va desarrollando a lo largo de la vida. La inmunidad adquirida, al contrario de la innata, no se desarrolla hasta después de la primera invasión de un microorganismo o una toxina.
Nuestro organismo tiene un sistema inmune especial específico para combatir los diferentes agentes infecciosos y tóxicos. Sabemos que, aunque la primera exposición a un microorganismo, causante de una determinada enfermedad, da lugar a esa enfermedad (la varicela, por ejemplo), una exposición posterior no da lugar a esa enfermedad (o la produce pero con unos síntomas mínimos). Esta resistencia es específica para una determinada infección, lo que significa que una infección por el virus de la varicela no protege frente a una infección por el virus del sarampión, por ejemplo. Es decir, que el sistema inmune adaptativo tiene dos características importantes:
- la resistencia a una infección se adquiere por la exposición a un determinado microorganismo invasor y persiste muchos años, incluso toda la vida
- la resistencia es específica para cada microorganismo. Se dice, pues, que la resistencia a una infección es específica y tiene memoria. Estas 2 características diferencian al sistema inmune adaptativo del sistema inmune natural.
Las células del sistema inmune adaptativo son los linfocitos.
Las proteínas del sistema inmune adaptativo son los anticuerpos y las citoquinas.
Los linfocitos son las células inmunes específicas. Hay 2 tipos de linfocitos, los linfocitos B y los linfocitos T, que se forman en la médula ósea como células inmaduras. Después tienen que madurar para hacerse inmunocompetentes. Los linfocitos B maduran y se vuelven inmunocompetentes en la médula ósea. Los linfocitos T maduran y se vuelven inmunocompetentes en el timo.
Los linfocitos son estimulados por antígenos extraños que se unen a sus receptores de superficie. Cada uno de los linfocitos que tenemos responde solamente a un antígeno.
Cuando resultan estimulados, proliferan por mitosis hasta formar una población de linfocitos iguales, con la misma especificidad (una clona o colonia de linfocitos activados). Algunos linfocitos de la clona son los que realizan la función inmunológica específica y otros linfocitos de la clona permanecen como linfocitos de memoria, que serán capaces de responder con mucha más rapidez e intensidad a una situación similar en el futuro.
Los linfocitos circulan constantemente por los diferentes tejidos del organismo para buscar invasores. Se adhieren a la pared de los capilares y luego se deslizan entre las células endoteliales para alcanzar las células del tejido. De los tejidos pasan a los ganglios linfáticos, en donde entran por los vasos linfáticos aferentes, atraviesan los ganglios linfáticos, salen por los vasos linfáticos eferentes y regresan a la sangre por el conducto torácico. En los ganglios linfáticos y tejido linfoide, existen clonas de linfocitos B y T esperando a los antígenos que atraviesan esos tejidos.
Modo de acción de los linfocitos B
Cuando se pone en contacto con un antígeno, el linfocito B específico para ese antígeno, que tiene receptores en su membrana que reconocen ese antígeno y que se encuentra en el tejido linfoide, se multiplica de inmediato y forma una clona de linfocitos B específicos para ese antígeno. Una parte de estos linfocitos B específicos, se transformará en las células plasmáticas, que elaborarán los anticuerpos específicos para ese antígeno a toda velocidad.
Estos anticuerpos son recogidos en la linfa y transportados a la sangre circulante. Este proceso de fabricación de anticuerpos dura varios días hasta la muerte de las células plasmáticas. Las células plasmáticas secretan grandes cantidades de anticuerpos, unas 2000 moléculas de anticuerpo por segundo, por cada segundo de los pocos dias que vive la célula plasmática.
Otra parte de estos linfocitos B específicos no se transforman en células plasmáticas sino que forman un gran número de nuevos linfocitos B, similares al linfocito B original específico, que también circularán por todo el cuerpo y se depositarán en el tejido linfoide pero conservando la memoria del antígeno que los activó, son los linfocitos B de memoria. Estos linfocitos B de memoria están inmunológicamente inactivos hasta que vuelvan a ser activados nuevamente por el mismo antígeno específico. Es decir, que los linfocitos B de memoria permanecen en reserva en el tejido linfoide, hasta que son contactados por el mismo antígeno que provocó su formación. Entonces, de un modo muy rápido, los linfocitos B de memoria se convierten en células plasmáticas que enseguida comienzan a secretar anticuerpos, con lo que su respuesta será más rápida y potente que la primera vez.
Tipos de anticuerpos y modo de acción
Todos los anticuerpos son proteínas de la clase globulinas que reciben el nombre de inmunoglobulinas (Ig) y son producidos por las células plasmáticas. Cada molécula de anticuerpo está formada por cadenas de aminoácidos, dos cadenas largas o pesadas, idénticas entre sí, y dos cadenas cortas o ligeras, también idénticas entre sí. Las cadenas pesadas y ligeras están unidas de tal modo que la molécula de anticuerpo tiene forma de Y. Las zonas de la molécula de anticuerpo que se unen al antígeno están formadas por parte de una cadena pesada y parte de una cadena ligera, situadas en los extremos de cada una de las patas de la
Y, de modo que cada molécula de anticuerpo posee dos sitios idénticos para unirse al antígeno, que constituyen la parte variable de la molécula (porque es diferente y única para cada anticuerpo) y es la que le da especificidad al anticuerpo. La parte constante de la molécula de anticuerpo es el tallo de la Y y se llama región Fc y es común a las inmunoglobulinas de cada clase.
Se han identificado 5 clases de anticuerpos: IgA, IgD, IgM, IgE y IgG. Las IgG o gammaglobulinas son las más numerosas y constituyen el 75% de los anticuerpos de una persona normal.
La IgA es la inmunoglobulina que se encuentra en secreciones como la saliva, la bilis o el calostro.
La IgD actúa como receptor de superficie en los linfocitos B, junto con la IgM.
La IgM actúa como receptor de superficie en los linfocitos B, junto con la IgD. Los linfocitos B tienen estos receptores inmunoglobulinas en su membrana, con la parte variable hacia fuera, para poder reconocer el antígeno. También, la IgM es el primer anticuerpo que se produce durante el desarrollo y durante la respuesta inmune primaria y activa el sistema del complemento.
La IgE se une a los receptores Fc que están en los mastocitos y en los basófilos, con lo que facilitan la respuesta inflamatoria frente a un antígeno.
La IgG, llamada también gammaglobulina, es la inmunoglobulina más abundante del plasma. Es capaz de cruzar la membrana placentaria con lo que suministra anticuerpos al feto para protegerle mientras está en el útero y durante algunos meses después del parto.
Los anticuerpos se unen a los antígenos especificos mientras estan circulando por los líquidos o los tejidos corporales. Los anticuerpos tienen lugares de combinacion específicos para los antigenos. Las moléculas de los antígenos tienen pequeñas regiones en sus superficies que están diseñadas para coincidir en los lugares de combinación de una molécula de anticuerpo, como una llave en su cerradura. Cuando el anticuerpo se une al antigeno, forma un complejo antigeno-anticuerpo (complejo Ag-Ac). Este complejo puede actuar de diversas maneras para inutilizar el antígeno o la célula en la que se encuentra el antígeno:
- Si el antígeno es una toxina, queda inutilizada al quedar incluída en el complejo Ag-Ac
- Si los antígenos pertenecen a una membrana de una célula extraña, cuando los anticuerpos se combinan con ellos, los complejos Ag-Ac resultantes pueden aglutinar (agrupar) a las células enemigas. Entonces los macrofagos las destruyen ya que pueden fagocitan grupos de células aglutinadas.
- Ciertas partes del anticuerpo (la parte Fc) sirven de señal (opsonización) para que los fagocitos reconozcan y se unan a los invasores y los fagociten.
- Activan el sistema del complemento: cuando el antígeno se combina con el anticuerpo, se pone en marcha la activación de la cascada del complemento que acaba con la muerte de la célula que tiene estos complejos Ag-Ac en su membrana.
- Cuando los virus están cubiertos por anticuerpos, no pueden invadir las células del organismo con lo que se impide que proliferen.
Modo de acción de los linfocitos T
Igual que sucede con los linfocitos B, cuando un linfocito T del tejido linfoide, sea citotóxico o colaborador, se expone a un antígeno específico, prolifera y da lugar a gran número de células T activadas (clonas o colonias de linfocitos T específicos para ese antígeno) tanto clonas de linfocitos T citotóxicos como clonas de linfocitos T colaboradores. Una parte de cada clona forma un gran número de nuevos linfocitos T, similares al linfocito T específico original, que también circularán por todo el cuerpo y se depositarán en el tejido linfoide pero conservando la memoria del antígeno que los activó, son los linfocitos T de memoria que favorecerán una respuesta más rápida, en una segunda exposición al mismo antígeno.
Otra parte de cada clona dará lugar a los linfocitos T que responden directamente a la infección, o bien los linfocitos T colaboradores, si la clona está compuesta por este tipo de linfocitos, o bien los linfocitos T citotóxicos, si la clona es de este tipo de linfocitos.
Los linfocitos T citotóxicos (CD8) son activados por células cuya estructura química se ha alterado, como puede ser una célula neoplásica o una célula infectada, por un virus o por una bacteria intracelular (bacilo tuberculoso) o una célula transplantada no compatible. Cuando las células son infectadas, dentro de su citoplasma se producen péptidos extraños. Estos péptidos forman complejos con proteínas MHC-I y se insertan en la membrana plasmática de la célula enferma y pueden ser reconocidos por los linfocitos T citotóxicos específicos. El complejo MHC-I expone el péptido extraño al linfocito T citotóxico, es decir, señala a la célula patológica, para que el linfocito T pueda destruirla. Los linfocitos T citotóxicos utilizan unas proteínas llamadas perforinas, con las que abren agujeros en las membranas de las células que atacan, de modo que éstas mueren.
Los linfocitos T colaboradores (CD4) identifican a las células portadoras de moléculas MHC-II que son los linfocitos B y los macrófagos. Después de sufrir fagocitosis por el macrófago o endocitosis por el linfocito B, fragmentos de antígeno forman complejos con las proteínas MHC-II y se insertan en la membrana plasmática de los linfocitos B y los macrófagos (que, por ello, se llaman células presentadoras de antígenos), con lo que pueden ser reconocidos por los linfocitos T colaboradores. Entonces estos linfocitos T segregan citoquinas o tipos de proteínas que estimulan a esos linfocitos B y macrófagos. Los linfocitos B proliferan con lo que aumentan el tamaño de una clona concreta y la cantidad de anticuerpo secretado y los macrófagos estimulados activan sus mecanismos de destrucción.
Debido a que los linfocitos T-CD4 estimulan a los linfocitos T citotóxicos, los linfocitos B, y los macrófagos de todo el organismo, se les puede considerar como los principales reguladores de las funciones inmunes. Así que una alteración de los linfocitos T-CD4, como sucede en el SIDA, comporta una alteración global de la inmunidad.
¿Qué es la vacunación? y en que fenómenos en los que se basa
La vacunación es un procedimiento para prevenir las enfermedades infecciosas basándose en el comportamiento de la inmunidad adquirida. Se trata de un procedimiento de inmunización activa porque se induce al organismo a producir los anticuerpos adecuados contra un antígeno específico que ha sido administrado al organismo de un modo voluntario.
En el proceso inmunitario específico, ante la primera exposición a un antígeno, se produce la respuesta primaria. A partir de un linfocito B específico, se producen los linfocitos B de memoria y las células plasmáticas y los anticuerpos específicos.
Después de una segunda o más exposiciones al mismo antígeno, se produce la respuesta secundaria que es más rápida que la primaria ya que existen millones de linfocitos B de memoria que responden rápidamente puesto que reconocen el antígeno.
Para conseguir la inmunidad ante un proceso infeccioso y, por tanto, prevenir su aparición, se utilizan diversos procedimientos para poner en contacto el sistema inmunitario de la persona con el antígeno que desencadenará la respuesta inmunitaria. De este modo, cuando se produzca la infección natural, el organismo ya poseerá millones de linfocitos B de memoria y, por tanto, responderá rápidamente a la infección. Ya estará preparado para dar la respuesta secundaria que es más rápida e intensa que la primaria.
- Una persona puede ser vacunada al inyectarle organismos muertos que ya no son capaces de causar enfermedad pero que mantienen los antígenos. Se utiliza este procedimiento para prevenir enfermedades bacterianas como la fiebre tifoidea, la tosferina, la difteria y otras.
- También puede conseguirse inmunidad contra toxinas que han sido tratadas de modo que su naturaleza tóxica ha sido destruida, aunque sus antígenos permanecen intactos. Se usa este procedimiento para prevenir enfermedades tóxicas como el tétanos o el botulismo.
- Una persona puede ser vacunada al inyectarle organismos vivos que han sido atenuados por cultivos especiales o por pases a través de diversos animales. De modo que no causan la enfermedad pero transportan los antígenos específicos. Se usa para proteger contra enfermedades virales como la poliomielitis, la fiebre amarilla, el sarampión, la viruela…