Conoce los diferentes tipos de piel

tipos de pielCada piel es diferente, por lo que es importante conocer todos los tipos de piel y las enfermedades que pueden afectar a cada uno de ellos.

¿Cómo saber cuál es mi tipo de piel?

Para clasificar los distintos tipos de piel se utilizan varios criterios. Por ejemplo, la clasificación de Fitzpatrick, descrita por primera vez en 1975, se basa en el color de la piel y su respuesta a la exposición solar. Se utiliza para determinar el tipo adecuado de factor de protección solar o para predecir el riesgo de cáncer de piel, entre otros. Sin embargo, desde el punto de vista cosmético, la piel se clasifica en función de varios factores relacionados con su equilibrio: secreción sebácea, hidratación y nivel de sensibilidad. Así, cada tipo de piel tendrá sus propias características y requerirá diferentes cuidados.

El tipo de piel viene determinado por la genética, aunque también se verá afectado por otros factores y puede cambiar con el tiempo.

En función de estas características, existen cinco tipos de piel sana: normal, seca, grasa, mixta (tanto la piel grasa como la seca) y sensible. A continuación, describimos las principales características de cada tipo de piel.

1. Piel normal

La mejor manera de describir la piel normal es que está bien equilibrada. Tiene una humectación e hidratación homogéneas, una textura uniforme y una sensibilidad mínima. Aunque este tipo de piel puede variar ligeramente en cuanto a suavidad y sequedad, no sufre ningún problema o afección cutánea persistente. Para mantener la piel uniforme y tonificada, es esencial una buena rutina de cuidado de la piel que incluya limpieza e hidratación.

2. Piel Sensible

La piel sensible es más propensa a reaccionar a estímulos a los que la piel normal no reacciona. Es una piel frágil, que suele ir acompañada de sensaciones de incomodidad, como calor, tirantez, enrojecimiento o picor. Este tipo de piel pierde su función de barrera (o protectora), lo que facilita la entrada de microorganismos y sustancias irritantes, y aumenta la posibilidad de sufrir una infección y reacciones alérgicas. La piel sensible suele ser genética y también puede reaccionar a una mala alimentación, al cambio climático, al desequilibrio hormonal y a determinados productos cosméticos. Es una piel delicada que necesita más cuidados para combatir la sequedad, la aspereza y su aspecto habitual. A veces, se denomina piel irritada en lugar de sensible, pero estos términos son sinónimos y no hay diferencias dermatológicas entre ellos. La piel sensible necesita ser tratada con productos adecuados, suaves y calmantes para curar su piel y aliviar sus síntomas.

3. Piel seca

En muchos casos, la piel seca está causada por factores externos como el clima, la baja humedad del aire y la inmersión en agua caliente, y suele ser temporal. Sin embargo, para algunas personas puede ocurrir con más frecuencia e incluso ser una condición de por vida. Dado que la piel seca puede agrietarse y quedar más expuesta a las bacterias, aunque en general no es grave, puede provocar otros trastornos de la piel, como el eczema, o ser más propensa a las infecciones si no se controla adecuadamente.

Los signos y síntomas de la piel seca pueden variar dependiendo de diferentes factores como la edad, el estado de salud o su causa. Generalmente se caracteriza por una sensación de tirantez y aspereza. También puede adquirir un color gris ceniza, con aparición de descamación, picor, enrojecimiento y pequeñas grietas. La piel agrietada suele observarse en pieles muy secas y presenta pequeñas grietas que, en casos más graves, pueden ser más profundas e incluso sangrar.

La piel atópica es una enfermedad cutánea caracterizada por la sequedad de la piel que provoca descamación e irritación y causa síntomas molestos, como el picor. La causa principal es la predisposición genética, aunque otros factores pueden desencadenar su aparición o agravar la afección, que pueden ser ambientales, alérgicos, relacionados con la alimentación e incluso con algunas prendas de vestir.

4. Piel grasa

La piel grasa tiene un aspecto poroso, húmedo y brillante. Está causada por la producción excesiva de grasa por parte de las glándulas sebáceas, y suele estar determinada por causas genéticas y/o hormonales. El maquillaje parece resbalar de la piel en cuanto se aplica. Es frecuente en adolescentes y jóvenes menores de 30 años, y suele estar relacionada con la aparición de acné. La piel grasa tiene la ventaja de no mostrar las arrugas con facilidad, pero necesita un mantenimiento para evitar los brotes y controlar los brillos.

5. Piel mixta

Este tipo de piel es tanto seca como grasa. Dado que las glándulas sebáceas son más activas en la zona T, la piel tiende a ser grasa en la barbilla, la nariz y la frente, y normal o seca en las mejillas, la línea de la mandíbula y el nacimiento del cabello. El mejor enfoque para las pieles mixtas es abordar las necesidades de cada zona por separado. Utiliza diferentes productos y técnicas de cuidado de la piel para controlar el exceso de grasa en la zona T y rehidratar otras zonas.

6. Piel escamosa

La irritación repetida de la piel debida a factores ambientales, como el sol, el viento, la sequedad o la humedad excesiva, puede causar descamación de la piel, es decir, el desprendimiento de grandes escamas de la epidermis, que a veces parecen polvo fino. Sin embargo, la descamación también puede ser el resultado de alguna afección, como una reacción alérgica, una infección por hongos o estafilococos, un trastorno del sistema inmunitario o un cáncer, y de los tratamientos oncológicos. En estos casos, la descamación suele ir acompañada de picor.

7. Manchas rojas

Existe un gran número de causas y enfermedades dermatológicas para la aparición de manchas rojas o sarpullido, entre ellas las infecciones, el calor, los alérgenos, los trastornos del sistema inmunitario y los medicamentos.

8. Lunares en la piel

Los lunares son puntos o manchas oscuras en la piel que suelen aparecer durante la infancia y la adolescencia. Están causados por grupos de células pigmentadas. En general son inofensivos, pero conviene revisarlos con un dermatólogo si cambian de tamaño, forma o color, o si se producen picores o sangrados, ya que algunos pueden volverse cancerosos.

En general, es importante prestar atención al aspecto de la piel porque, independientemente del tipo de piel que se tenga, hay ciertas características que pueden ser señal de un problema cutáneo.